viernes, 11 de noviembre de 2011

ATRAPADO SIN SALIDA

Les paso un relato insignificantemente alucinante que me pasó un amigo. Como tiene vergüenza de admitirlo me dejó a mí subirlo en el blog. Le agregó una introducción de Dolina y está escrito, obviamente en primera persona. Si bien ninguno de los dos relatos es mío me parece tan bien escrito que los incluyo al naciente blog.

Se puede afirmar, sin temor a la indignación de los sabios, que en los tiempos que corren es cada vez más improbable tropezar con la aventura.
 
Lo imprevisto, lo extraño, lo misterioso no sucede nunca.
 
Curiosamente, parecen existir muchísimas personas con espíritu aventurero. Todos los días conversa uno con señores que desean vivamente una vida más interesante y un teatro de acontecimientos más rico y más amplio.
 
Esta gente sale de su casa cada mañana esperando que algo ocurra y buscando, como decía Whitman, "algo pernicioso y temible, algo incompatible con una vida mezquina, algo desconocido, algo absorbente, desprendido de su anclaje y bogando en libertad".
 
Pero la búsqueda es siempre inútil y casi todos los hombres, en el ocaso de sus vidas, confiesan que no han vivido jamás una aventura.
 
¿Dónde están - se pregunta uno - las doncellas atormentadas por un gigante que desde la torre se algún castillo esperan nuestra intervención salvadora?
 
En ninguna parte. Ya no quedan gigantes, ni castillos, ni - mucho menos - doncellas.
 
La actual civilización parece pensada para evitar las aventuras. Porque en realidad la aventura es el riesgo. Y nadie quiere arriesgarse.
 
Siendo la seguridad un valor cuya admiración se promueve de continuo, es inevitable que la mayor parte del esfuerzo tecnológico que se realiza esté destinado a evitar sucesos imprevistos. Las cerraduras Yale, los despertadores, los semáforos, las píldoras anticonceptivas, las alarmas, los preservativos, los cierres de cremallera, las agendas, los paracaídas. Todos estos inventos alejan el sobresalto.
 
Naturalmente, siempre queda alguna grieta como para que se introduzca lo extraordinario. Pero no es suficiente. Para demostrarlo, vale la pena realizar una sencilla experiencia: pidamos a nuestros conocidos que refieran los hechos más curiosos que han vivido. Los resultados serán entre aburridos y penosos.
 
Alguien quedó encerrado en el ascensor durante una hora. Otro dice haber ganado un jarrón en una kermese. Un tercero obtuvo un boleto capicúa.
 
Se trata de aventuras miserables.
 
Los griegos pensaban que las cosas ocurrían sólo para que los hombres pudieran contarlas luego. Si esto es cierto, el futuro de nuestras conversaciones es poco prometedor. ¿Qué les contaremos a nuestros nietos? ¿Que una vez vimos un choque? ¿Que se nos reventó un sifón? Pobre será la épica que surja de estos modestos cataclismos.
 
El aventurero actual ha aprendido a contentarse con sombras de emoción. La televisión y el cine son sus melancólicos proveedores de asombro.
 
Chesterton había inventado una solución genial: la Agencia de Aventuras.
 
Era una empresa que tendía a los caballeros que experimentaban el deseo de una vida variada.
 
Mediante la satisfacción de una suma anual, el cliente se veía rodeado de acontecimientos fantásticos y sorprendentes provocados por la Agencia.
 
El hombre salía de su casa y se le acercaba un chino excitadísimo quien le aseguraba que existía un complot contra su vida. Si tomaba un coche, era conducido al Barrio del Invierno, donde cunden las riñas, los marineros egipcios y las mujeres peligrosas. Gracias a esta eficiente organización, el aventurero se veía obligado a saltar tapias, pelear con extraños o a huir de desconocidos perseguidores.
 
Pero la realidad, aun cuando ha sido capaz de depararnos empresas tan absurdas como las que investigan mercados o gestionan transferencias de automóviles, no nos ha brindado una Agencia de Aventuras.
 
¿Qué puede hacerse entonces?
 
Pues hay que actuar. No podemos pensar que las aventuras vendrán a nosotros. De nada sirve esperar lo imprevisto mirando vidrieras o sentados en el umbral. Es necesario que uno mismo provoque sucesos extraordinarios.
 
Para demostrar que esto es posible, abandonaremos las anchas avenidas de los Enunciados Generales para ingresar en el Laberinto de los Ejemplos Concretos. Para decirlo de una vez, nos proponemos impartir instrucciones precisas para vivir aventuras.
 

Era un día mas, como todos, en Treviso. La noche anterior había ido a una conferencia de un periodista famosísimo en Italia, progre, un Lanata tano y flaco q  le pegaba duro y parejo al gobierno de Berlusca…
 
Dormí en la casa de un CouchSurfing, si hago couchsurfing los días q trabajo en Treviso para ahorrarme unos mangos, y después de un buen desayuno el pibe me dejó en la estación de trenes. 
Hay varias formas de llegar hasta el trabajo, la mas cómoda es el bus, pero últimamente están controlando mucho quien lleva y quien no pasajes. El tren me deja a 2,5km pero tarda 10 minutos y de ahí puedo tomar el bus y esperar q en esas 2 paradas que faltan a la fábrica donde laburo no suba ningún vigilante. Las multas en ambos casos son de 50 euros…
 
Está todo estudiado, me tomo el tren, en 10 minutos no pueden controlar todos los vagones y de ahí el bus donde no hace falta mostrar el billete ya q el chofer puede pensar q uno tiene el mensual q solo se timbrea la primera vez…
 

No m vengan con cuentos chinos de te parece lo q haces?? Vos querés manejar la cosa publica y haces estas huevadas, sos un chorro  y demas, son casi tan boludas como criticar a un católico porque fuma o uno d izquierda porque tiene campera Adidas. Usar algo y no pagar no es lo mismo q robar. Los que son mas amigos ya saben porque yo no puedo robar, pero colarse a un museo, viajar gratis o adelantar espacios en una fila no es ser ladrón ni nada d eso… todo sudamericano viaja gratis en Europa, incluso europeos mismos, la gente que estudia masters en la facu y que pagan 20.000 euros al año para eso hace exactamente lo mismo, es una mezcla d vergüenza por hacerlo  pero sentirse un boludo si paga tanto como un gil… 
Hace semanas q uso el sistema y asi nunca pago nada de transporte, es increíble lo q uno ahorra si saca las cuentas. Lo mismo en Trieste, todavía conservo un único billete q compre la primera vez para el colectivo y q llevo por si un día sube el vigilante. Así zafe una vuelta q subió uno, pero esto en Treviso. La otra vez q m pidió el boleto un chancho fue en el subte (el medio mas fácil de hacerse el boludo) en Munich, y todavía no puedo creer el orto q tuvimos porq como el pibe q hacíamos CS nos dijo q compráramos y nos daba vergüenza con el brasilero ser tan sudacas, pagamos por primera vez un subte y por suerte no nos arrepentimos d esos 5 euros, en realidad mi compañero se había olvidado q lo compró (es la costumbre) y puso una cara d saltemos por la ventana!!
 

La cosa es q esta mañana m subo al tren como siempre, patas arriba del asiento, m relajo, son solo 10 minutos d paseo, voy siempre a un vagón del fondo, como q m siento escondido…
 
Ni bien me apoyo en el respaldo, el tren no arrancó y quien viene ??
 
Quien pasa tranquilo con su maletín y enorme billetera?? Sí. El chancho!!
 
Camina derecho, mi mira, pongo mi mejor cara de póker pero en el fondo estoy cagado hasta las patas, estaba en el ultimo vagón, sentado en el medio, el loco pasa al lado mío, va a la punta y yo lo espío por el reflejo de una ventana q empieza a pedir los billetes a los q están sentados… la puta madre!! Intento escapar por la puerta pero ya es tarde, el tren arrancó… 
Que adrenalina… el tren esta casi vacío y tiene algo así como 6 vagones nada mas…
 
Con mi mejor cara d boludo tomo mis cosas y camino a la otra punta, mierda… llegaré?? Podré pasar esos 10 minutos ininterrumpidos  hasta llegar a la próxima estación??
 
Camino con piernas q todavía controlo a la otra punta del tren, siempre tratando d ver si el vigilante se dio cruenta y m viene a buscar solo a mi, además controlando q no haya otro en la punta contraria, a veces trabajan 2 con el sistema sándwich y te re cagan…
 
Q carajo le digo?? Mi cabeza discute con sigo misma q excusa inventar, la d hacerme el turista boludo q dice “ma io non parlo italiano”, la d decir q uno se olvidó llaves y billetera pero llega tarde al laburo, la d decirle buen día, m da un pasaje? Ahh como? no se compran en el tren??
 
No me defino por ninguna, el tipo labura d eso, cuatas veces le habrán salido con el mismo chamuyo…
 
Llego a la puerta mas opuesta del ultimo vagón. Me paro al lado d la puerta, ahí estoy sufriendo, mirando al pasillo por si viene y atento al reloj… 7 minutos faltan!! La re puta madre, un negro de dorapa al lado mío me mira como diciendo q carajo t pasa?? 
Mientras m pregunto, porq carancho no pagué esos 2 euros, me perjuro q de acá para la eternidad pagaré como un boludo todo transporte publico aunque tenga q comer sándwich de mortadela con una sola tapa, mamá donde estás?? Dios, existís o verdaderamente has muerto?? Dame una mano… San Expedito!! Bah… si sos una invención como todos los santos, veni y ayuda si tenés huevos y realmente existís, maraca…
 
Fueron los 7 minutos mas largos d mi vida, en realidad 9 porque el tren seguía, justo hoy va mas lento y se demora??. De repente, en el ultimo vagón veo q aparece él… estoy frito… El tren siempre anuncia un minuto antes d la parada para q la gente se vaya preparando y todavía no dijo nada, bueno, alguna vez m tenia q tocar no?? 50 euros… igual saquè una gran diferencia con todo lo q ahorré, tampoco estaría tan mal, incluso por ahí m lo merezco…
 

El chancho avanza a la mitad del ultimo vagón, aumenta el ritmo, esta cansado y quiere terminar, no m animo ni a mirarlo cuando de repente, y sin q hayan anunciado nada desde el tren, la maquina disminuye la velocidad y ahí lo veo, si es el cartel: SPRESIANO!!! 
Vamos, dale nene frenà, frenà… estoy re loco, al chancho le queda solo un tercio del ultimo vagón y después estoy solo… daaaaaaaaale, si, si, frena; la puta madre!!! No abre la puerta!!! me quiero matar, esta cerrada; para ir a la otra puerta mas cercana debo pasar al lado del vigilante q seguro se acuerda de mi. De repente, el negro me mira y me dice en italiano: “No empujes, tirá”. 
GRANDE NEGRO!!!
 
AGUANTE ALFONS CHAMI!!! Me sale contestar…
 
De repente se abre la puerta, un rayo de sol ilumina el camino, los árboles parecen mas verdes, las flores perfuman el aire y me siento en un liberación total…he alcanzado el Nirvana…
 

Ahhh, salgo al toque, camino 12 segundos, escucho un silbato, me doy vuelta. Era el chancho desde la misma ultima puerta q anunciaba q el tren salía, nos miramos a los ojos, le hago ojitos… me mira con cara rara, debe pensar q soy puto…
 

Me pregunto cuantas veces se habrán salteado renglones o habrán dejado de leer. Disculpen lo largo pero después d toda esa tensión liberada y 3 cafés en el trabajo tenia que escribirlo a alguien…
 
Cuando fui a la parada del bondi, el segundo curro del día, mientras me decía que grosso que soy, pero que pija gorda,  me encontré con la desagradable sorpresa que en la parada estaba el vigilante del colectivo…
 
Pero la reputamadre, q se festeja hoy El Día Internacional de la Vigilancia??? Foucault y la concha de tu hermana, es q es un complot?? Obviamente no tengo billete y no pienso comprarlo en el bus (arriba sale mas caro, ehh un euro mas es un euro mas…). Podrían decir que no es tan grave, lo malo hubiese sido si estando en el micro sube y me pide el billete. Tuve que caminar 2,5 km bordeando la ruta en medio d un extraño y caluroso día otoñal…
 

Me pregunto si a partir de mañana haré un cambio en mi vida y finalmente empiece a pagar el billete…

Naaahhhhh
 

Hay otras aventuras posibles: la del que se embarca en un carguero sueco, la del viaje subterráneo a través del arroyo Maldonado, la del que investiga a los mendigos para descubrir que son ricos, la del que se mete en el baño de damas, la del que se agacha a ver por qué no explota el cohete... Hay que elegir.
 
Salgamos de una vez. Salgamos a buscar camorra, a defender causas nobles, a recobrar tiempos olvidados, a despilfarrar lo que hemos ahorrado, a luchar por amores imposibles. A que nos peguen, a que nos derroten, a que nos traicionen.
 
Cualquier cosa es preferible a esa mediocridad eficiente, a esa miserable resignación que algunos llaman madurez.

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